Durante la homilía el Arzobispo habló sobre el simbolismo: "He tocado las puertas de la catedral y al entrar he recibido la bienvenida. Esta es una venerable tradición que simbolizó mi entrada por primera vez al lugar de la cátedra, donde está colocado el asiento del obispo... Que consolador es tocar y experimentar la bienvenida de Dios y la bienvenida de la comunidad, su pueblo". Pero también habló del amor que trae al pueblo de San Antonio: "Amigos míos, esta tarde les digo que yo también los amo mucho, y como el Buen Pastor, estoy dispuesto a dar mi vida por ustedes". Estas mismas palabras que salen del corazón del nuevo pastor de San Antonio, brillaban en sus gestos y actitudes.
Pude observar en estos días que la primera impresión que tiene la gente de Monseñor Gustavo García, es la de un hombre lleno del Espíritu Santo, una felicidad que se desborda y se expresa en su trato con su gente: sonrisas, afecto, abrazos. San Antonio se reunió para rezar junto con su nuevo Pastor por el bien de la Iglesia universal, particular, y por el Arzobispo. La fiesta de la fe había comenzado y se preparaba para la ceremonia de instalación.
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