No cabe duda que el viaje de Benedicto XVI fue un éxito espiritual. Como dijo el Padre Lombardi, independientemente de las protestas (que fue solo una grande), el mensaje de Benedicto XVI fue escuchado por toda la sociedad británica. Un llamado en el que exhortó a los laicos a dar testimonio de su fe y su coherencia con el Evangelio. Y les llamó a ser santos. También defendió el papel de la religión en la vida pública, con el objetivo de que la fe y la razón puedan iluminar los principios morales que se aplican en la soeicdad. Apeló a rezar para algún día obtener la plena unidad entre Anglicanos y Católicos. Se refirió en tres ocasiones a los "crímenes atroces" del abuso de menores por parte de clérigos. Y también reafirmó ante la sociedad que la religión no es un problema que los legisladores deban solucionar sino un don.
A su despedida en el Aeropuerto el Papa dijo: "Aprecio muchísimo el tiempo que he pasado con los Obispos, sacerdotes, religiosos y laicos, y con los profesores, alumnos y personas mayores. Ha sido especialmente conmovedor celebrar con ellos, aquí en Birmingham, la beatificación de un gran hijo de Inglaterra, el Cardenal John Henry Newman. Estoy convencido de que, con su vasto legado de escritos académicos y espirituales, tiene todavía mucho que enseñarnos sobre la vida y el testimonio cristiano en medio de los desafíos del mundo actual, desafíos que él previó con sorprendente claridad. Al despedirme de vosotros, os aseguro una vez más mis mejores deseos y oraciones por la paz y prosperidad de Gran Bretaña. Muchísimas gracias y que Dios os bendiga a todos".