No cabe duda que esta visita de Benedicto XVI fue un éxito espiritual. Hubo cosas que desde fuera no se apreciaron ya que práticamente los ojos del mundo estaban bajo la óptica de la BBC. Una de las primeras cosas que hay que mencionar es las manifestaciones. No hubo cientos de miles, como los diarios ingleses escribieron. El sábado sí hubo grandes contingentes por el centro de Londres, en la zona de Westminster. Los otros días las manifestaciones eran grupos de 10 o 15 personas con pancartas. O simplemente 1 o 2 personas repartiendo folletos protestantes.
Otra cosa que se debe mencionar fue el esfuerzo organizativo de las autoridades locales así como de las autoridades de la Iglesia. Un gran esfuerzo, muy bien realizado que salvo en algunas ocasiones pudo ser mejor (el transporte público en Birmingham).
Antes de la visita del Papa se temía que fuera a ser una visita difícil. Sin embargo una vez que Benedicto XVI piso tierra el ambiente cambió. Tengo la impresión de que muchos de los diarios querían publicar una nota roja. La cual no se dio. Y esto se hizo evidente cuando Scotland Yard arrestó a aquellos seis pobres sujetos acusándolos, cito a la policía local de: "planear e instigar actos de terrorismo". Al día siguiente salieron en libertad sin ninguna acusación, tal vez con un simple "usted disculpe" de parte de la policía. Sin embargo a raíz de ellos los diarios británicos (italianos incluídos) publicaron todo tipo de tramas, que parecían sacadas de los libros de Agatha Christie. Al final algunas de esas historias "negativas" tuvieron que aceptar la realidad, es decir que la visita del Papa fue un éxito.
La sociedad británica y la Europa (secularizada y con evidentes signos de anti catolicismo) escucharon el mensaje del Beato John Henry Newman en la voz de Benedicto XVI, incluyendo -no sólo- estos:
"La religión no es un problema que los legisladores deban solucionar, sino una contribución vital al debate nacional. Desde este punto de vista, no puedo menos que manifestar mi preocupación por la creciente marginación de la religión, especialmente del cristianismo, en algunas partes, incluso en naciones que otorgan un gran énfasis a la tolerancia" (Discurso ante la Reina Isabel II, Edimburgo, Sept. 16).
"Al reflexionar sobre las enseñanzas aleccionadoras del extremismo ateo del siglo XX, jamás olvidemos cómo la exclusión de Dios, la religión y la virtud de la vida pública conduce finalmente a una visión sesgada del hombre y de la sociedad y por lo tanto a una visión "restringida de la persona y su destino". (Discurso ante la sociedad civil, Westminster, Sept. 17).